José Martínez de Sousa
Antes de que se me olvide. Una aventura tipográfica y bibliológica personal e intransferible.
Gijón, TREA, 2005. 224 págs.
Reseña por José Antonio
Millán
El divertido doble sentido del título plantea la tragedia de toda escritura de "memorias":
debe llevarse a cabo antes de que al protagonista se le borre el recuerdo, pero también antes de que él
mismo sea olvidado…
Esto último no es muy probable: José Martínez de Sousa es una presencia constante en el mundo de la
edición y de la tipografía: desde hace años con sus libros, ahora con sus intervenciones en foros de la
Red y siempre con su disponibilidad para una consulta o la demanda de un dato. Sousa representa algo
muy importante para el mundo de la comunicación textual (que hoy abarca la Red, además de la imprenta):
es el eslabón vivo entre la composición por tipos moviles –-puro Gutenberg—- y las tecnologías digitales,
pasando por linotipias y fotocomposición… Para un ejercicio profesional que desde el Renacimiento se
transmite por contacto personal, este enlace de la actualidad con la tradición es muy importante.
Y más en la época de la "democratización de la tipografía", en la que la tecnología permite hacer cualquier cosa,
y con frecuencia sale cualquier cosa.
Las memorias profesionales de Sousa comienzan con la formación en los salesianos de Sevilla, pasan por la mili
(donde un azar convirtió al tipógrafo en topógrafo), y desembarcan en 1957 como corrector en la editorial
Bruguera. Esta publicaba tebeos y novelitas del oeste y amor, con autores como M. L. Estefanía ("el rey del
punto y aparte"), Corín Tellado y numerosos criptohispanos, como Clark Carrados y Keith Luger. Luego los
recuerdos recogen la incorporación a La Vanguardia, y por fin un dilatado periodo en Labor --esa gran editorial
que no pudo ser.
Recorre estas memorias la valoración de las personas que regían las editoriales: los verdaderos profesionales....
o quienes se enriquecieron destruyendo empresas (para el autor: "Unos, positivos y emprendedores; otros,
meros garrapatas"). En un panorama editorial sembrado de cadáveres (incluidos algunos muertos vivientes)
alegra este señalamiento de responsabilidades, con nombres y apellidos. "Temblad, garrapatas", parece decir
el autor: "las gentes del libro podemos recordar y difundir vuestros nombres…".
La segunda mitad de la obra es un recorrido por los libros escritos y sus circunstancias: motivos, plazos,
contratos, erratas, cubiertas, ventas, promesas, reediciones y cambios de editorial. Como Alonso Víctor de
Paredes, el impresor del siglo XVII que se vio impelido a escribir un tratado, Sousa ha escrito los libros
que él mismo (y por tanto otros colegas) necesitaban, y al hacerlo ha prestado un servicio excepcional a
la causa de la lengua española y de la comunicación textual. Sus obras, cuidadas y ampliadas edición tras
edición, y provistas de unos índices ejemplares, son un arma fundamental para cualquier persona que escriba,
y más en estos tiempos en que hay editoriales que consideran que un disquete del autor ya constituye un libro,
listo para tirar.
Si la obra es el hombre (y en el caso de Sousa esto es especialmente cierto), esta autobiografía bifronte de
vida y libros es la mejor manera de presentarlos a todos.